Salatul fatih

Salatul fatih
Oh Allah bendice a nuestro Maestro Muḥammad, el que abre lo que está cerrado y sella lo que le ha precedido, aquel que hace triunfar a la Verdad por la Verdad, el guía hacia el camino recto, y a su familia, conforme a lo que merece su categoría y su inmenso alcance

jueves, 29 de septiembre de 2011

Salahuddin, Islam y Jerusalén en palabras de Shaykh Nazim




Reino ayubí, establecido sobre Egipto, Siria, Mesopotamia, el Yemen y el Hijaz

Salahuddin al Ayyoubi (Saladino)
[con turbante verde, tocado de majestad y cubierta reminiscente de un taj]


Ésta es la figura del Gran Jehangir (Conquistador Mundial), el Invencible, el León de Allah, el Sultán que reveló la verdadera medida de los Cruzados, el Sultán Victorioso del Mundo Islámico, Salahuddin Al-Ayyoubi, que el paraíso sea su lugar de descanso.

Fue un gran sultán del ilustre Imperio Selyúcida.  Con un ejército de 100,000 hombres derrotó a los ejércitos de la cruz, y arruinó una vez más el sueño (de los Cristianos) de tomar Jerusalén.

Derrotó al rey más orgulloso de Europa, Ricardo Corazón de León, y desparramó sus cruces.


Después de su victoria definitiva no hubo más cruzadas (1). Que Allah recompense a este bendito santo y guerrero de Dios con una morada en el Más Elevado Paraíso.


Maulana Shaykh Nazim al Haqqani (qs), en: 
Saltanat - LA MAJESTAD Y MAGNIFICENCIA DEL ISLAM.  



(1) Es decir, no más nada que se asemejara a un peligro real en virtud a una cruzada.

* * *



Salahuddin al Ayyoubi, radiallahu anhu, no sólo fue defensor del Islam ante los cruzados sino que fue un estricto defensor de Ahlus Sunnah wal Yamaah frente a la desviación shia fatimí que se había instaurado en Egipto, y que él erradicó del poder. 

Musulmán sunni, de escuela a’shari en aqidah y propulsor de khanqas (dergahs sufis de tasawwuf muhammadi) en los territorios a su cargo, bajo sus órdenes libró Jihad  en la campaña para recuperar Jerusalén, el notable Imam Hanbali Muwaffaq ad-Din ‘Abdu’llah ibn Ahmad ibn Qudama al-Maqdisi (A.H. 541–620), nacido en Palestina, más conocido como Ibn Qudama.

Ibn Qudama fue estudiante de Shaykh Abdelqader al Jilani (qs), a quien visitó poco antes de la muerte del famosísimo shaykh sufi, en su viaje en búsqueda de conocimiento que realizó desde Damasco.

De la biografía de Ibn Qudama, traducida por Muhtar Holland, leemos:

“Cuando Salah ad-Din [Saladin] Yusuf ibn Ayyub mobilizó los ejércitos del Islam en el año hijri 583, con el propósito de enviar lejos a los Cruzados y purificar Tierra Santa deshaciéndose de ellos, Imam al-Muwaffaq, su hermano Shaikh Abu ‘Umar, los hombres jóvenes de su familia y los nobles discípulos de su casa, estuvieron entre los guerreros bajo estas victoriosas banderas.  Shaikh Abu ‘Umar tenía cincuenta y cinco años, mientras que Shaikh al-Muwaffaq [Ibn Qudama] tenía 42 años.  Ellos y la élite de sus discípulos tenían una tienda de campaña, en la cual se encontraron con los guerreros en la causa de Allah. Ambos fueron objeto de respeto y atención de parte del Rey al-’Adil, el hijo de Sultan Salah ad-Din. Al-Muwaffaq [Ibn Qudama] gozó después del mismo respeto y atención, e incluso más, de parte del Rey al-’Aziz, el hijo del Rey al-’Adil”.


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NOTAS BIOGRÁFICAS


El nombre completo de Salahuddin en árabe era Salah Ad-Din Yusuf bin Aiub, también llamado Al Malik An-Nasir SalahAd-Din Yusuf I. Nació en el año 1137/38 d.C. en Tikrit, Mesopotamia, y murió el 4 de marzo de 1193, en Damasco. Se convirtió en Sultán de Egipto, Siria, Yemen y Palestina; fue fundador de la Dinastía Ayubida, y uno de los más famosos héroes musulmanes. En las guerras contra los cruzados cristianos logró el éxito final con la captura disciplinada de Jerusalén (el 2 de octubre de 1187), terminando así los 88 años de ocupación de los francos. El gran contraataque cristiano de la tercera cruzada fue rechazado por su genio militar.

Salahuddin nació dentro de una importante familia kurda. La noche de su nacimiento, su padre, Nayem Ad-Din Aiub, reunió a su familia y se mudaron a Aleppo, entrando allí al servicio de ‘Imad Ad-Din Zanqi bin Al Sunqur, el poderoso gobernador turco en el norte de Siria. Creciendo en Balbek y Damasco, Salahuddin fue aparentemente un joven común, con un mayor gusto por los estudios religiosos que por el entrenamiento militar.


Su carrera formal inició cuando se unió al personal de su tío Asad Ad-Din Shirku, un importante comandante militar bajo el Amir Nuruddin, quien era el hijo y sucesor deZanqi. Durante tres expediciones militares dirigidas por Shirkuh a Egipto para evitar que caiga ante los cristianos latinos (gobernadores francos de los estados establecidos por la primera cruzada), un complejo de tres vías de lucha se desarrolló entre Amalric I y el rey latino de Jerusalén, Shawar –el poderoso Ministro de Estado del califa fatimida egipcio– y Shirkuh. Después de la muerte de Shirkuh y la orden de asesinar a Shawar,Salahuddin fue designado comandante de las tropas de Siria en Egipto y Ministro de Estado del califato fatimida en 1169, a la edad de 31 años. Su relativamente rápido ascenso al poder puede ser atribuido a sus propios talentos emergentes. Como Ministro de Estado de Egipto, recibió el título de Rey (Malik), aunque era mayormente conocido como el Sultán.

La posición de Salahuddin fue después reforzada cuando, en 1171, abolió el débil e impopular califato fatimida shiita, proclamó el regreso del Islam Sunni a Egipto y se convirtió en el único gobernante del país. Aunque, teóricamente, permaneció por un tiempo un gobernador por Nurudin, esa relación concluyó con la muerte del Amir sirio en 1174. Utilizando los vastos recursos agrícolas de Egipto como una base financiera,Salahuddin pronto se instaló en Siria con un pequeño, pero estrictamente disciplinado, ejército para reclamar la regencia en nombre del hijo menor de su antiguo líder.

Sin embargo, pronto abandonó este reclamo, y desde 1174 hasta 1186 persiguió celosamente la meta de unir, bajo su propio estándar, todos los territorios musulmanes de Siria, el norte de Mesopotamia, Palestina y Egipto. Esto se logró mediante una diplomacia hábil respaldada, cuando era necesario, por la acción rápida y decidida de la fuerza militar. 

Gradualmente su reputación creció como un líder generoso y virtuoso, pero firme, alejado del engaño, la ostentación y la crueldad. En contraste con la amarga discrepancia e intensa rivalidad que obstaculizó a los musulmanes en su resistencia a los cruzados, la consistencia del propósito de Salahuddin los indujo a armarse nuevamente tanto física como espiritualmente.

Cada acto de Salahuddin era inspirado por una intensa e inquebrantable devoción a la idea del Yihad contra los cruzados cristianos. Esta era una parte esencial de su política para alentar el crecimiento y esparcimiento de las instituciones religiosas islámicas. Buscó sus eruditos y predicadores, fundó universidades y mezquitas para que hicieran uso e ellas y los comisionó para escribir trabajos edificantes, especialmente sobre el Yihad. A través de la regeneración moral, que era una parte integral de su propia forma de vida, trató de recrear en su propio reino algo del mismo fervor y entusiasmo que había demostrado ser tan valioso para las primeras generaciones de musulmanes cuando, cinco siglos antes, habían conquistado la mitad del mudo conocido.

Salahuddin también tuvo éxito en cambiar el balance militar en su favor uniendo y disciplinando un gran número de fuerzas rebeldes en lugar de emplear las mejoradas técnicas militares. A finales de 1187, fue capaz lanzar toda su fuerza en la lucha con ejércitos similares a los de los del reino latino de los cruzados. El 4 de julio de 1187, con el permiso de Al-lah, usando su agudo sentido militar y la carencia de este por parte de su enemigo, Salahuddin atrapó y destruyó, de un solo golpe, a un ejército exhausto y sediento de cruzados en Hattin, cerca de Tiberias en el norte de Palestina.

Tan grandes fueron las pérdidas en las filas de los cruzados en esta batalla, que los musulmanes estuvieron rápidamente en condiciones de casi derrumbar todo el reino de Jerusalén. Acre, Toron, Beirut, Sidón, Nazaret, Cesarea, Nablus, Yaffa (Iafo), y Ascalon (Ashqelon) cayeron en un lapso de tres meses. Pero el principal logro de Salahuddin y más desastroso golpe para todo el movimiento cruzado se produjo el 2 de octubre de 1187, cuando Jerusalén, ciudad sagrada tanto para los musulmanes como para los cristianos, se rindió ante el ejército de Salahuddin después de 88 años de haber estado en manos de los francos. En total contraste con la conquista de la ciudad por los cristianos, cuando la sangre corría libremente durante el salvaje asesinato de sus habitantes, la reconquista musulmana estuvo marcada por la conducta civilizada y cortés de Salahuddin y sus tropas.

Sin embargo, su éxito repentino, por el cual en 1189 vio a los cruzados reducidos a la ocupación de solo tres ciudades, fue empañado por su fracaso en capturar Tiro, una fortaleza costera casi invencible, a la que los sobrevivientes cristianos de las recientes batallas habían acudido. Este iba a ser el punto de reunión del contraataque latino. Muy probablemente Salahuddin no anticipó la reacción europea ante su captura de Jerusalén, un evento que impactó profundamente a Occidente y al cual éste respondió con una nueva llamada para una cruzada. Además de los muchos nobles y famosos caballeros, esta cruzada, la tercera, llevó a los reyes de tres países a la batalla. La magnitud del esfuerzo cristiano y la fuerte impresión que causó sobre sus contemporáneos, dio al nombre de Salahuddin, como su gallardo y caballeroso enemigo, un lustre agregado que sus victorias militares, por sí solas, nunca le habrían conferido.

La cruzada misma fue larga y agotadora y, aunque a veces impulsivo, el genio militar de Ricardo I –el Corazón de León– no logró casi nada. Ahí reside el más grande –pero a menudo no reconocido– logro de Salahuddin. Aún contando con agotados y poco dispuestos a luchar caudillos feudales, comprometidos con la lucha solo durante una temporada limitada cada año, su fuerte voluntad y determinación le permitió combatir a los más grandes campeones de la cristiandad y mantenerlos en línea. Los cruzados retuvieron poco más que un precario punto de apoyo en la costa del levante mediterráneo, y cuando el rey Ricardo abandonó el Medio Oriente, en octubre de 1192, la batalla se acabó. Salahuddín se retiró a su capital en Damasco.

Pronto, las largas estaciones de campaña y las interminables horas en la silla le pasaron la factura, y murió. Y mientras sus parientes ya estaban luchando por obtener pedazos del imperio, sus amigos descubrieron que el más poderoso y generoso gobernador del mundo musulmán, en su renuncia a las riquezas materiales, no había dejado suficiente dinero siquiera para pagar su propio entierro. 


La familia de Salahuddin continuó gobernando sobre Egipto y las tierras vecinas como la Dinastía Aiubita, hasta 1250.

Salahuddin fue enterrado en un mausoleo en el jardín a las afueras de la mezquita Umayya, en Damasco, Siria.



Maqam o lugar de descanso de Salahuddin al Ayyoubi.
Fatiha por él.





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