Salatul fatih

Salatul fatih
Oh Allah bendice a nuestro Maestro Muḥammad, el que abre lo que está cerrado y sella lo que le ha precedido, aquel que hace triunfar a la Verdad por la Verdad, el guía hacia el camino recto, y a su familia, conforme a lo que merece su categoría y su inmenso alcance

domingo, 30 de octubre de 2011

Notas sobre el Sagrado Corán

En el Nombre de Dios,
el Misericordioso, el Compasivo




NOTAS INTRODUCTORIAS SOBRE EL SAGRADO CORÁN


El Descenso de la Revelación


Cuando el líder de los siervos de Dios, un descendiente árabe del Profeta Ismael el hijo de Abraham, el siervo llamado Muhammad (Mahoma), hijo de Abdullah llegó a los 40 años de edad, algo extraordinario ocurrió en su vida. Dotado de un carácter noble, reconocido en su ciudad como veraz y justo, era costumbre de nuestro Maestro Muhammad, la bendición y la paz de Dios sean sobre él, retirarse a meditar periódicamente a la cueva del monte Hira, un monte que queda en las afueras de su ciudad natal, la Meca, en el país hoy llamado Arabia Saudita. Al llegar a esta edad, Dios le movió nuevamente, de una manera muy especial, a que se retirara allí a meditar largamente. Meditó profundamente, acompañado de grandes signos y presagios, sobre las personas, el mundo y la Realidad del Creador Único.

Parte de los signos que vio fue que en el día, cuando caminaba, escuchaba a las piedras y la tierra que le saludaban diciéndole: ¡La Paz sea contigo, Oh Mensajero de Dios!. De noche, en sus sueños, veía criaturas magníficas que se le acercaban y en particular se le acercaba un ser luminoso (que pocos días luego se le presentaría de nuevo físicamente) era inmenso, con una belleza que superaba lo imaginable, sus pies abarcaban la tierra y su rostro se perdía en la altura desconocida del Cielo.

Allí, en la oscuridad de dicha cueva, un lunes del mes de Ramadán (el noveno mes del calendario lunar islámico) en el año 611 de la era común, el Señor de los Cielos y la Tierra, Dios, glorificado sea, abrió una puerta al corazón de su amado siervo Muhammad, la paz sea con él.

Súbitamente, interrumpiendo su meditación y sus reflexiones, por órdenes de Dios el gran Arcángel Gabriel, la paz sea con él, vino cubriendo con su presencia todo el horizonte, se apareció físicamente delante de Muhammad y le dijo: "La Paz sea contigo Oh Mensajero de Dios". La aparición fue tan intensa y el hecho tan indescriptible que la corporalidad de nuestro Maestro Muhammad casi pierde el equilibrio. El gran Arcángel le sostuvo fuertemente entre sus alas y le dijo con voz poderosa: "¡Lee!". Muhammad respondió temblando: "No sé leer". El Arcángel lo abrazó con más fuerza, y le dijo de nuevo: "¡Lee!". El Amado de Dios, Muhammad, la paz de Dios sea sobre él, respondió nuevamente: "No sé leer". El Arcángel lo estrechó aún más, hasta el límite, después lo soltó y le dijo:


 
Íqra bísmi rábbika l-ladhî jálaq

¡Lee, en el Nombre de tu Señor que te ha creado!

Jálaqa l-insâna min 'álaq

Ha creado al hombre de un coágulo.

Íqra wa rábbuka l-ákram

¡Lee, que tu Señor es el Más Generoso!

l-ladhî 'állama bil-qálam

El que enseñó por medio del cálamo,

'állama l-insâna mâ lam yá'lam

enseñó al hombre lo que no sabía.


Así descendieron las cinco primeras líneas del Sagrado Corán, la Palabra Eterna de Allah. Los cinco primeros versículos del último Libro Sagrado de la humanidad.

El Sagrado Corán, con un total final de 6,236 ayats ('signos' de Dios, o versículos), fue enviado al Profeta Muhammad, la bendición y la paz de Dios sean con él, por el Arcángel Gabriel a lo largo de 23 años. Los primeros ayats descendieron en la ciudad de la Meca, los ayats posteriores descendieron en el período de Medina, a donde se trasladó el Profeta después de estar más de 10 años llamando a la gente de su ciudad a la adoración pura del Dios Uno.

Poco a poco, a lo largo de esos años, la comunidad del último de los Mensajeros de Dios, fue viviendo un crecimiento espiritual y una transformación de sus personas y de su sociedad iluminados por la vida del Mensajero de Dios que iba recibiendo las Palabras Eternas de Allah e iba guiando a su gente en toda circunstancia. A veces el Mensajero recibía unos cuantos ayats o versículos. A veces recibía y recitaba muchos.

Los ayats del Corán contienen una guía espiritual para la purificación del corazón del ser humano, unas enseñanzas (las enseñanzas del mismo Dios) acerca de Dios, los Profetas, los ángeles, el mundo, las criaturas, las naciones del pasado, la historia humana, leyes para la forma recta de adorar a Dios, leyes para la sociedad humana en todos sus aspectos posibles (leyes matrimoniales, civiles, comerciales, judiciales, etc). Es una Guía completa para el ser humano hasta el Día del Juicio, en la que todo asunto importante para el hombre ha sido clarificado por el Señor Altísimo. La Sabiduría de Dios que muestra el camino a seguir en toda circunstancia.


La Compilación del Sagrado Corán


El Sagrado Corán se compone de 114 suras ('formas' o capítulos). Las suras se componen de ayats ('signos') o versículos. Las 114 suras y las 6,236 ayats o versículos que contienen no han sido ordenadas ni en orden cronológico ni en orden temático. Es decir, que en un mismo capítulo pueden haber versículos sobre temas distintos y que descendieron en muy distintas oportunidades.

El orden del Corán, tal como se aprende y recita en todo el mundo, no fue fijado siguiendo un criterio cronológico o temático, sino que responde a un criterio de ordenación exclusivamente divino. El Arcángel Gabriel, por mandato de Dios, una vez que terminaron de descender todos los sagrados versículos, recitó el Corán entero en el orden en que lo conocemos hoy en día ante el mismo Profeta Muhammad (saaws) y el Profeta instruyó a sus Compañeros acerca del orden final del Corán.

El Sagrado Corán es, ante todo, una recitación. Descendió no sólo como palabras sueltas, sino como una recitación, con una cadencia y modalidad de habla rítmica (tajweed) que fue enseñada por el Profeta Muhammad a sus Compañeros y desde ellos ha llegado hasta nosotros. La belleza de la recitación del Corán habla acerca de la luz que hay en dicho Libro.

Durante la vida del Profeta (saaws), sus Compañeros aprendieron a recitar todo o partes del Sagrado Corán escuchándole a él mismo; lo aprendieron a recitar de memoria (como aún hoy se sigue aprendiendo este Libro). Pero si bien el Corán es ante todo una recitación, varios de los Compañeros, muchas veces por instrucciones mismas del Profeta (saaws), pusieron también por escrito cada cual varias de las suras del Corán. A la muerte del Profeta Inmenso, básicamente todo el Corán estaba por escrito, en diversos fragmentos que mantenían consigo varios de sus Compañeros.

Y antes de que pasaran escasamente dos años tras la muerte física del Mensajero de Dios (saaws), es decir, mientras aún estaban vivos todos los miles de Compañeros que habían conocido directamente al Mensajero de Dios y que le habían escuchado la recitación del Corán, Abu Bakr as-Sidq, el primer gobernante de todos los musulmanes después del Profeta y el más leal amigo y fiel Compañero suyo, ordenó que se pusiera por escrito toda la recitación del Corán en un solo texto.

Esto es un caso único en la historia de las religiones, pues a diferencia del Sagrado Corán, ninguno de los otros Libros Sagrados recibió tanto cuidado en ser preservado intacto y sin alterar.

En el caso del judaísmo, la Torah (el Pentateuco del Antiguo Testamento) que fue revelado al Profeta Moisés, la paz sea con él, o los Salmos revelados al Profeta David, la paz sea con él, no fueron puestos por escrito sino hasta muchos cientos de años después de la muerte de esos Profetas, y por generaciones muy posteriores que introdujeron con el paso del tiempo muchas cosas que no fueron la revelación inicial que Dios envió a esos Profetas. De hecho, los manuscritos de la Torah más antiguos que se conservan tienen ¡cientos de años de diferencia con relación al tiempo de Moisés! (la paz sea sobre él).

En el caso del cristianismo, las Palabras Sagradas que recibió en Revelación Jesucristo nunca fueron puestas por escrito. Ninguno de los cuatro evangelios actuales fueron escritos por discípulos suyos, y lo que es peor, evangelios importantísimos como los escritos por Pedro o Santiago, que sí fueron de los más íntimos discípulos de Jesucristo, fueron quemados y condenados por la iglesia cristiana apoyada por el poder romano y hoy quedan de esos evangelios fragmentos muy escasos. Pero el Evangelio de Jesús según el mismo Jesús (lo que el Corán denomina el Inyil o auténtico evangelio) nunca fue puesto por escrito.

La compilación escrita del Sagrado Corán en un solo texto, ordenada por Abu Bakr as-Sidiq a menos de dos años después del fallecimiento del Mensajero de Dios, fue, por tanto, un acontecimiento extraordinario que se hizo precisamente para que no le ocurriera al texto del Corán lo que ocurrió con otros textos sagrados.

Finalmente el Califa Uthman ibn Affan, que también fue uno de los Compañeros más leales e íntimos del Mensajero de Dios, ¡dentro de la misma generación de los Compañeros mismos del Profeta!, procedió a hacer la compilación definitiva en base al texto recopilado por Abu Bakr as-Sidq, con la confirmación metódica y sistemática de los cientos de personas que habían aprendido el Corán de memoria y que habían conocido y escuchado el Corán del Mensajero mismo de Dios. 

Es decir, esto se hizo con la confirmación metódica de los testigos presenciales mismos del descenso del Sagrado Corán. Todo esto ocurrió, por tanto, en vida de los Compañeros del Profeta del Islam, a fin de que se dejara para la posteridad el texto puro e intacto de la gran Revelación Divina. Uthman mandó a hacer varias copias oficiales del texto así recopilado, y ese texto (el mismo texto para todos desde el principio del Islam) es el que se aprende por los musulmanes en todo el mundo, como garantía de la Verdad de la Revelación.


El Significado Supremo del Corán


El Corán es la Palabra Eterna de Allah, de Dios Altísimo. Por tanto, siendo el Habla misma de Dios, Dios hablando, no es algo creado pues el Habla es un atributo divino y los atributos o caracteristicas de Dios no son un "algo" creado, sino que son sus características eternas. 

La Palabra de Allah no sólo es increada, sino que no tiene ningún límite impuesto por formas. Es Eterna, más allá de todo sonido o forma que podemos concebir, más allá de toda limitación vocal. Las Palabras humanas se escuchan una detrás de otra, tienen sonidos propios, distintos a otros sonidos, se escucha una, después cesa la primera palabra y se escucha otra, el habla del ser humano se desarrolla en el tiempo y en el espacio, tiene los límites de este mundo. Pero el Habla de Dios, Dios mismo Hablando, está completamente por encima de todo límite. Por eso, el Sagrado Corán es Divino, Eterno, Increado, Más Allá de toda Forma, Supremo, Infalible.

Pero para poder ser comunicada al ser humano, la Palabra de Dios debe atravesar el mundo de las formas y límites y ser entregada de una forma que el hombre pueda reconocer, escuchar, aprender y transmitir a otros. La manera en que se recibe esa Palabra en un idioma de este mundo no es una manera casual o arbitraria. No. La manera de expresar en palabras de nuestro mundo la Palabra Eterna de Dios es una forma perfecta de reflejar aquí esa Palabra Increada y Suprema.

Por eso, las palabras que pronunció por mandato de Dios el Arcángel Gabriel, la paz sea con él, a nuestro amado Profeta , en idioma árabe puro, para ser transmitidas al resto de la humanidad de esa manera, son también palabras perfectas, divinamente escogidas, inalterables. No sólo las palabras en que se expresó la Revelación del Corán son divinamente escogidas, sino que además, como ya hemos dicho, el orden de esas palabras, de los versículos, de los capítulos, responden también a un orden supra-humano, divino. Todo en ellas tiene una sabiduría que escapa a nuestro uso del lenguaje, por más poético, literario, o inspirado que sea nuestro uso del lenguaje. Las palabras exactas en que está expresado, a nivel humano, el Sagrado Corán, son puertas que llevan al espíritu del hombre a la Divina Presencia misma mediante el camino de la sumisión al Creador.

Precisamente por ello, el Corán tiene múltiples significados (a varios niveles, tanto visibles, sensibles como espirituales, divinos) que se superponen a la vez, completándose mutuamente como un árbol de significados que crece bajo las semillas de las palabras iniciales. Y en todos los casos, en todas y cada una de sus palabras, el Sagrado Corán es, por un lado, testimonio y luz de la Sabiduría Divina y, por otro lado, testimonio e iluminación de la condición de Profeta santo que tuvo el Mensajero de Dios, Muhammad (saaws), pues todas y cada una de las palabras del Corán se le revelaron a él y sólo a él.

Por eso, si bien las palabras del Corán transmiten una sabiduría y un conjunto de enseñanzas incluso con su simple lectura para cualquiera que lo lea, la enseñanza recta y plena del Corán:

No puede conocerse a fondo si no se conoce el significado del árabe original en que descendió el versículo (que es distinto en muchos casos en mayor o menor medida al árabe actual), y también si no se conoce el contexto y la ocasión en que descendió cada versísulo del Corán.

- No puede conocerse tampoco si no se conoce a fondo la enseñanza del Profeta (saaws) en cuanto al tema en cuestión. El Líder de los siervos de Dios, Muhammad, la bendición y la paz de Dios sean con él, era, como lo definió su esposa A'isha (que Dios esté complacida con ella): "el Corán caminando".

- Sólo se conoce en la medida en que se purifica el corazón del que lo estudia. Cada cual, según la pureza de su corazón, tendrá un nivel de conocimiento del Corán. Y por encima de cada conocedor, hay un conocedor mayor. Sólo los corazones plenamente purificados pueden acceder a la Palabra Increada de Dios que resuena desde antes de la eternidad y por toda la eternidad en el Sagrado y Sublime Divino Corán.

De allí que ninguna traducción puede asemejarse al verdadero Corán. Las traducciones sólo pueden ayudarnos, con mayor o menor acierto, a captar un poco del significado más externo y visible del Sagrado Corán pero toda traducción, además de las conocidas limitaciones que tiene en cuanto al significado original que pretende transmitir, pierde en este caso el elemento divinamente previsto de la recitación sagrada con que descendió a nuestro mundo la Palabra Increada de Dios.

Así, para conocer en detalle y a fondo las leyes divinas del Islam (la Sharia) que emana del Corán, es necesario haber estudiado ampliamente diversas áreas del conocimiento en el Islam, tarea que llevan a cabo los hombres de conocimiento entrenados para esta labor.

Asimismo, en cuanto al conocimiento cierto de las realidades espirituales inmensas del Sagrado Corán, es preciso haber purificado en gran medida el corazón, el espíritu, y haberse convertido en siervo auténtico de Dios.

Los siervos más puros de Dios, los grandes awliya (amigos íntimos de Dios o santos-gnósticos en el Islam) han dicho o escrito a veces comentarios de algunas frases del Corán donde se puede ver el enorme alcance y variedad de significados complementarios entre sí que puede tener incluso a veces una sola palabra del Corán.

Uno de estos awliya, natural de Marruecos fallecido en 1971, fue Shaykh Muhammad ibn al Habib (que Dios esté complacido con él). Este shaykh le preguntó una vez a un hombre joven: '¿Has leído alguna vez el Corán?'. Respondió el hombre: 'Bueno, tengo varias traducciones, e intento seguir entre todas ellas su significado'.

'No', dijo el Maestro. 'Me refiero a si has leído en verdad el Corán'.

'¿A qué se refiere?', dijo el hombre.

'Si hubieras leído verdaderamente aunque sea una sola letra del Corán [el Shaykh no dijo 'un solo capítulo', no dijo 'un solo versículo' de los muchos miles que hay en el Corán, dijo literalmente una sola y simple letra], si hubieras leído verdaderamente aunque sea una sola letra del Corán, te habrías quedado durante cuarenta días casi sin poder comer ni dormir'.

Y dijo más: 'Lo sé, porque eso es lo que me pasó a mi'.

Otro wali de Allah, Abdullah al-Faizi ad-Daghestani (1891-1973), que Dios esté complacido con él, dijo una vez, en referencia a nueve muy grandes awliya de toda la historia del Islam:

"Ellos recitan el Corán no como lo hacemos nosotros que lo leemos de principio a fin sino que lo recitan con todos sus secretos y realidades internas. Porque Dios ha dicho: 'wa la ratbin wa la yabisin illa fa kitabin mubin [Sagrado Corán 6:59]'. 'No hay nada húmedo o seco que no esté inscrito en un libro claro'. No hay ninguna de las creaciones de Dios en todos los universos creados que no haya sido ya mencionado, con todos sus secretos, en un Libro Claro, el Corán ... Allah ha puesto en cada letra del Corán doce mil conocimientos distintos".

Sidi Abdullah ad Daghestani, que Dios le bendiga, hablaba por experiencia propia.

Dice Allah Altísimo, glorificado sea, en el Sagrado Corán:

"Si hubiéramos hecho descender este Corán a una montaña, la habrías visto humillada y partida en dos, por temor de Allah. Estos son los ejemplos con los que llamamos la atención de los hombres para que puedan reflexionar" (59:21)

De allí que los comentarios y la exploración de los significados del Sagrado Corán nunca se agoten. En cada época los Conocedores de Dios extraen perlas y sabidurías nuevas del depósito primordial de la Revelación.

Y a Dios pertenece la grandeza.


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