En el Nombre de Dios, el Misericordioso, el Compasivo |
Procedente de
un relato oriental, seguido de algunas perlas doradas en el logro de la meta
1
"Un grupo
de devotos invitó a un maestro de meditación a la casa de uno de ellos para que
los instruyera. El maestro dijo que debían esforzarse por liberarse de
reaccionar en demasía frente a los hechos de la vida diaria, por lograr una
actitud de reverencia, y por adquirir la práctica regular de un método de
meditación que, a su vez, les explicó en detalle. El objetivo era darse
cuenta de que la vida espiritual debe estar presente en todo. Es estar
conscientes de esto no sólo durante el período de meditación, sino
constantemente, en lo cotidiano. El proceso es como llenar un colador con agua.
El maestro
hizo una reverencia ante ellos y partió.
El pequeño
grupo se despidió de él y luego uno de ellos se dirigió a los demás, echando
chispas de frustración:
¡Lo que nos
dijo es como decirnos que nunca podremos lograrlo! - ¡Llenar un colador
con agua! Eso es lo que ocurre, ¿no? Al menos para mí. Escucho un sermón, rezo,
leo algún libro sagrado, ayudo a mis vecinos con sus niños y ofrezco el mérito
a Dios, o algo por el estilo y después me siento elevado. Mi carácter mejora
durante un tiempo... no me siento tan impaciente, ni hago tantos comentarios
sobre otras personas. Pero pronto el efecto se disipa y soy el mismo que antes.
Es como agua en un colador, por supuesto. Y ahora él nos dice que eso es
todo.
Siguieron
reflexionando sobre la imagen del colador sin lograr ninguna solución que los
satisficiera a todos. Algunos pensaron que el maestro les decía que las
personas como ellos en este mundo sólo podían aspirar a una elevación
transitoria, otros creyeron que el maestro simplemente les estaba tomando el
pelo.
Otros pensaron
que tal vez se estaría refiriendo a algo en los clásicos que suponía que ellos
sabían... buscaron, entonces, referencias sobre un colador en la literatura
clásica, sin ningún éxito.
Con el tiempo,
el interés de todos se desvaneció, excepto el de una mujer que decidió ir a ver
al maestro.
El maestro le
dio un colador y un tazón, y fueron juntos a una playa cercana. Se pararon sobre
una roca rodeados por las olas. - Muéstrame cómo llenas un colador con
agua. - le dijo el maestro. Ella se inclinó, tomó el colador en una mano y
comenzó a llenarlo con el tazón. El agua apenas llegaba a cubrir la base del
colador y luego se filtraba a través de los agujeros.
- Con la
práctica espiritual sucede lo mismo -dijo el maestro - mientras uno permanece
de pie en la roca de la personalidad e intenta llenarse con cucharadas de
conciencia espiritual. No es ése el modo de llenar un colador con agua, ni
nuestra esencia con vida espiritual. - Entonces, ¿cómo se hace? -preguntó
la mujer.
El maestro
tomó el colador en sus manos y lo arrojó al mar. El colador flotó unos
instantes y después se hundió.
- Ahora está
lleno de agua y así permanecerá -dijo el maestro. Ese es el modo de
llenar un colador con agua y es el modo de realizar la práctica espiritual. No
se logra vertiendo pequeñas dosis de vida espiritual en la individualidad, sino
arrojando la individualidad dentro del mar de la vida espiritual."
2
El anhelo
universal del buscador espiritual, la inmersión en el Océano final. Dios
es la fuente de toda bendición.
Es
precisamente sobre esta extinción en Dios -fanafillah-, que el siervo santo, el
renombrado Hazreti Abdulqadir al Yilani, bajo la experiencia y maestría
personal de que generosamente le dotó Dios, nos dejó escrito lo siguiente:
"Pídele a
Dios por el contentamiento o aniquilación, porque es el más grande confort y el
único paraíso elevado en este mundo; es la principal puerta de Dios, y la razón
del Amor de Dios para con Su creyente servidor.
Cuando Dios
ama a alguien, El no lo castiga en este mundo ni el Más Allá, ya que allí yace
en contacto (luhuq) con Dios y la unión [sin identificación o encarnación] con
El.
No dediques
tus esfuerzos en buscar golpes de suerte y cuotas de buena fortuna, tanto si
éstas se encuentran en tu destino o si tú estás procurando por ellas. Si no
están destinadas a ti, el esfuerzo por obtenerlas es mera estupidez, necedad e
ignorancia, y existe un dura castigo de acuerdo al dicho:
"Uno de
los más duros castigos es perseguir aquello que está destinado a nunca ser obtenido".
Por otro lado,
si están destinados a ti, tu preocupación por ellos es debido a tu avaricia,
codicia y una lealtad fragmentada desde el punto de vista del servicio y el
genuino amor, porque el preocuparse de cualquier otra cosa que no sea Dios deriva
en el pecado de asociación [shirk oculto].
El buscador de
buena fortuna no es honesto en su amor y amistad, de manera que cualquiera que
necesita a otros aparte de Dios debe ser un mentiroso, y su pedido de
recompensa por su labor no es sincero.
Aquél que es
sincero servirá a Dios sólo por saldar su deuda con el Señor, pagándole con la
devoción debida a un amo por derecho, para que el Señor de la Verdad lo posea y
lo faculte en su trabajo, en su obediencia tanto en la acción o en reposo, y en
todo aquello que él pueda adquirir. El servidor pertenece a su maestro, a
lo largo de todo lo que posee.
Ciertamente,
como hemos explicado, todos los actos de adoración y servicio son una bendición
de Dios y un favor con Su sirviente, ya que es Dios quien le ayuda a
realizarlos y cumplir con ellos. Por lo tanto, es mejor y más digno el
ocuparnos de dar gracias a Dios, antes que rogarle que nos recompense por tales
actos.
Por otra
parte, ¿cómo puedes tu dedicarte a la búsqueda de oportunidades fortuitas,
cuando ves con certeza cómo es y está la mayoría de la gente? En los momentos
que tienen mucha fortuna, y disfrutan de una larga cadena de placeres,
beneficios y riqueza, se vuelven más rencorosos de Su Señor, más descontentos y
desagradecidos por Sus bendiciones, mientras que sus preocupaciones e
inquietudes se incrementan, y sienten que necesitan de cosas que no les han
sido dadas como las que ya poseen.
Desperdician
sus vidas, sus energías decrecen, su riquezas se disipan, sus cuerpos se
fatigan, sus frentes comienzan a sudar, el registro de sus acciones se empaña
por sus muchas ofensas, cometen terribles pecados en su búsqueda, y abandonan
los mandatos de Su Señor. Ellos nunca alcanzan sus objetivos y dejan este mundo
en bancarrota; "vacilantes, no se pronuncian ni por unos ni por
otros" (Sagrado Corán 4:143).
No agradecen a
su Señor lo que poseen y lo que El les ha asignado, y fallan en utilizarlo para
Su servicio. Lejos están de compartir con otros lo que poseen y desperdician
sus vidas en este mundo y en el Más Allá. Ellos son lo peor entre las
criaturas, los más ignorantes, tontos y carecen de intelecto y comprensión.
Su hubiesen
aceptado el decreto y destino de Dios, si estuviesen satisfechos con el regalo
de la providencia, y fuesen obedientes con el Señor, todo lo que poseen lo
tendrían y disfrutarían sin preocupaciones ni cansancio.
Entonces,
serían invitados y llevados a la proximidad del Más Elevado, y en la Divina
Presencia encontrarían lo que buscan y desean.
Quiera Dios
incluirnos entre aquellos que aceptan placenteramente Su decreto, quienes rezan
por ello y por la aniquilación en El, por preservar su estado espiritual y por
ayudar en alcanzar aquello que Dios ama y obtener Su aceptación!"
Palabras del Discurso
53 (Acerca del mandato de buscar el contentamiento con Dios y la aniquilación
-fana'- en Él), del libro "Futuh al Ghaib" [Aperturas de lo No Visto]
del siervo de Dios, el Maestro Abdulqadir al Yilani.
El renombrado
maestro nació vivió del 1077 al 1166 de la era común / 470 - 561 de la era
islámica, y fue descendiente por sangre y seguidor impecable del Maestro
Sublime, Muhammad, el Mensajero de Dios, Profeta del Islam, la bendición y la
paz de Dios sean sobre él.
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