Ofrecemos el texto casi entero de una traducción al español del artículo 'Life Goes On' (La Vida Continúa), escrito por Tijn Touber, en el número de diciembre de 2005 del Magazine Ode, en referencia a las investigaciones llevadas a cabo por un afamado cardiólogo, Pim van Lommel, y publicadas en una prestigiosa revista científica.
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Cuando
The Lancet publicó su estudio sobre las Experiencias Cercanas a la Muerte
(1), el cardiólogo holandés
Pim van Lommel no podría haber sabido que eso lo convertiría en uno de los científicos de quien más se hablase en el mundo. Parece que todos quieren saber acerca del hombre que se las arregló para conseguir que su estudio sobre este polémico tema fuese publicado en una de las revistas líderes en la investigación médica. Sin embargo, no sorprende realmente que su publicación en 2001 crease una conmoción. Nunca anteriormente se había realizado un estudio tan sistemático sobre las experiencias de personas que fueron declaradas muertas y después volvieron a la vida. Y nunca anteriormente habíamos visto una ilustración tan clara de cómo estos relatos de personas podrían afectar nuestra manera de pensar acerca de la vida y de la muerte.
Van Lommel, de 63 años, no es alguien que busque nombre y fama. En este encantador día de verano en su jardín cerca de la ciudad holandesa de Arnhem, él demuestra más interés en lo que pasa en la revista Ode que en su propia historia. Esa misma profunda curiosidad estaba operando hace 35 años cuándo Van Lommel, trabajando como médico ayudante en un hospital, escuchó atentamente a un paciente contar su Experiencia Cercana a la Muerte. Él se quedó inmediatamente fascinado. Pero no fue hasta años más tarde, cuando leyó el libro “Regreso del Mañana” [Return from Tomorrow] en el que el doctor Americano George Ritchie describe su propia Experiencia Cercana a la Muerte con todo detalle, cuando Van Lommel se preguntó si habría muchas otras personas que habían atravesado por experiencias semejantes.
Van Lommel decidió desde entonces preguntarles a todos sus pacientes si ellos recordaban cualquier cosa que hubiera sucedido durante sus paros cardíacos. “La respuesta era generalmente ‘no’ pero algunas veces ‘¿por qué?’ Cuando yo escuchaba esto último, prolongaba la visita a la oficina.” Durante dos años él escuchó relatos de 12 pacientes y su curiosidad científica se despertó. Esos relatos fueron el principio de un estudio que duró años.
Miraba hacia abajo a mi propio cuerpo desde allí arriba, y vi médicos y enfermeras luchando por mi vida. Podía oír lo que decían. Entonces tuve un sentimiento acogedor y yo estaba en un túnel. Al final de ese túnel había una luz brillante, acogedora, blanca y vibrante. Era maravilloso. Me dio un sentimiento de paz y confianza. Floté hacia ella. El sentimiento de acogida llegó a ser más y más fuerte. Me sentía en casa, amado, casi en estado de éxtasis. Vi mi vida destellar como un flash ante mí. De repente sentí una vez más el dolor del accidente y regresé disparado a mi cuerpo. Estaba furioso de que los médicos me hubieran traído de vuelta.
Casi todas las descripciones de las Experiencias Cercanas a la Muerte son así de hermosas. Las personas se sienten conectadas y apoyadas. Llegan a comprender cómo funciona el universo. Experimentan amor incondicional. Se sienten libres de las opresivas preocupaciones de la existencia terrenal. ¿Quién no querría una experiencia así? “Suena fantástico, ¿no es así?” Van Lommel se ríe. “Pero no siempre es fácil afrontarlas. Cuando las personas regresan, a menudo tienen el sentimiento de que están encarceladas. Y puede llevar años antes de que sean capaces o tengan el valor de integrar en la vida cotidiana ese nuevo entendimiento que han obtenido en su experiencia.”
Sin embargo, una mayoría de personas que han tenido una Experiencia Cercana a la Muerte la describen como algo magnífico y dicen que les enriqueció la vida. Van Lommel explica que “la cosa más importante que les dejan [estas experiencias] a estas personas es que ellas ya no tienen miedo a la muerte. Esto es porque ellas han experimentado que su consciencia sigue viva, que hay continuidad. Su vida y su identidad no terminan cuando el cuerpo muere. Ellas simplemente tienen la sensación de que se han quitado su abrigo.”
Eso puede sonar como si viniese de alguien que ha estado más tiempo de la cuenta frecuentando librerías de la New Age [La Nueva Era]. Pero por lo que Van Lommel ha visto, las Experiencias Cercanas a la Muerte no están en absoluto limitadas a miembros de esa comunidad “espiritual”. Estas experiencias son igual de frecuentes entre personas que eran muy escépticas de antemano en relación a este tema.
Llegué a estar “separado” del cuerpo y floté sobre él y sobre sus alrededores. Era posible ver el dormitorio circundante y mi cuerpo, aunque mis ojos estaban cerrados. Yo era de repente capaz a “pensar” cientos o miles de veces más rápido—y con mayor claridad—de lo que es humanamente normal o posible. En este momento me di cuenta y acepté que había muerto. Era hora de continuar. Era un sentimiento de total paz—completamente sin temor o dolor, y no implicaba ninguna emoción en absoluto.
La cosa más notable, dice Van Lommel, es que sus pacientes tienen tales experiencias de expansión de la consciencia durante el tiempo en que sus cerebros no registran actividad. Pero eso es imposible de acuerdo con el nivel actual del conocimiento médico. Debido a que la mayoría de los científicos creen que la consciencia ocurre en el cerebro, esto crea un misterio: ¿Cómo pueden las personas experimentar la consciencia [o tener actividad cognoscitiva] durante el tiempo en el que están inconscientes mientras tienen un paro cardíaco (una muerte clínica)?
Después de todos esos años de intenso estudio, Van Lommel todavía habla con reverencia acerca del milagro de la Experiencia Cercana a la Muerte. “En ese momento estas personas no sólo están conscientes; su consciencia está incluso más expandida que nunca. Ellos pueden pensar con extrema claridad, tienen recuerdos que se remontan a su niñez más temprana y experimentan una conexión intensa con todo y con todos a su alrededor. ¡Y sin embargo el cerebro no muestra ninguna actividad en absoluto!”
Esto ha suscitado varias grandes preguntas para Van Lommel: “¿Qué es la consciencia y dónde está localizada? ¿Qué es mi identidad? ¿Quién está haciendo las observaciones cuando veo mi cuerpo allí abajo en la mesa de operaciones? ¿Qué es la vida? ¿Qué es la muerte?”
El cuerpo que observé y que estaba tumbado en la cama era el mío, pero yo supe que no era tiempo de partir. Mi tiempo en la tierra no había terminado todavía; todavía había un propósito.
Para convencer a sus colegas de la validez de estas nuevas percepciones [o conocimientos. Insights], Van Lommel primero tuvo que demostrar que esta expansión de la consciencia ocurría, de hecho, durante el período de muerte cerebral. Eso no fue difícil de demostrar. Los pacientes eran a menudo capaces de describir con precisión lo que había sucedido durante su paro cardíaco. Ellos sabían, por ejemplo, exactamente dónde la enfermera puso sus dentaduras postizas o lo que habían dicho los médicos y los miembros de la familia. ¿Cómo una persona cuyo cerebro no estaba activo podría saber estas cosas?
No obstante, algunos científicos continúan afirmando que estas experiencias deben suceder en el momento durante el cuál todavía se está produciendo alguna función cerebral. Van Lommel es claro como el cristal en su respuesta:
“Cuando el corazón deja de latir, el riego sanguíneo se detiene en el plazo de un segundo. Entonces, 6,5 segundos más tarde, la actividad del EEG [Electroencefalograma] comienza a cambiar debido a la escasez de oxígeno. Después de 15 segundos hay una línea recta y plana, y la actividad eléctrica en la corteza cerebral ha desaparecido completamente. Nosotros no podemos medir el tallo cerebral, pero experimentos en animales han demostrado que esa actividad también se ha detenido allí.”
“Más aún, se puede demostrar que el tallo cerebral ya no está funcionando porque regula nuestros reflejos básicos, tales como la respuesta de la pupila y el reflejo de tragar, que ya no responden. De ese modo puedes introducir fácilmente un tubo por la garganta de una persona. El centro respiratorio también se detiene. Si el individuo no es reanimado dentro de un plazo de 5 a 10 minutos, sus células del cerebro se dañan de forma irreversible.”
Él es consciente de que sus conclusiones sobre la consciencia se oponen abiertamente al pensamiento científico ortodoxo. Es extraordinario que una revista científica con autoridad como The Lancet estuviese dispuesta a publicar su artículo. Pero no fue sin una lucha. Van Lommel recuerda con una sonrisa, “llevó meses antes de que me diesen la luz verde. Y luego de repente querían concluirlo, en un día.”
El trabajo de Van Lommel suscita profundas preguntas acerca de lo que realmente significa “la muerte”: “hasta ahora, ‘la muerte’ simplemente significaba el fin de la consciencia, de la identidad, de la vida,” él indica. Pero su estudio derriba ese concepto, junto con los actuales mitos médicos acerca de quienes tienen Experiencias Cercanas a la Muerte.
“En el pasado, estas experiencias eran atribuidas a razones fisiológicas, psicológicas, farmacológicas o religiosas. Así como a una escasez de oxígeno, a la liberación de endorfinas, obstrucciones de receptores, al temor a la muerte, alucinaciones, expectativas religiosas o a una combinación de todos estos factores. Pero nuestra investigación indica que ninguno de estos factores determina si alguien tiene o no tiene una Experiencia Cercana a la Muerte.”
Esta experiencia es una bendición para mí, pues ahora sé con seguridad que el cuerpo y el alma se separan, y que hay vida después de la muerte. Me ha convencido de que la consciencia vive más allá de la tumba. La muerte no es la muerte, sino otra forma de vida.
Van Lommel afirma que el cerebro no produce la consciencia ni almacena la memoria [o los recuerdos]. Él indica que el experto americano en informática [o ciencias de ordenadores. Computer Science] Simon Berkovich y el investigador holandés del cerebro Herms Romijn, trabajando independientemente el uno del otro, llegaron a la misma conclusión: que es imposible para el cerebro almacenar todo lo que usted piensa y experimenta en su vida. Esto requeriría una velocidad de procesamiento de 1024 bits por segundo. Simplemente viendo una hora de televisión ya sería demasiado para nuestros cerebros. “Si usted quisiera almacenar esa cantidad de información—junto con los pensamientos asociativos producidos—su cerebro se quedaría bastante lleno,” dice Van Lommel. “Anatómicamente y funcionalmente, es simplemente imposible para el cerebro tener este nivel de velocidad.”
De ese modo, esto significaría que el cerebro es realmente un receptor y transmisor de información. “Se Podría comparar el cerebro con un aparato de televisión que sintoniza con ondas electromagnéticas específicas y las convierte en imagen y sonido.”
“Nuestra consciencia en estado de vigilia, la consciencia que tenemos durante nuestras actividades diarias,” continúa Van Lommel, “reduce toda la información que hay a una única verdad que experimentamos como ‘la realidad.’ Durante las Experiencias Cercanas a la Muerte, sin embargo, las personas no están limitadas a sus cuerpos ni a su consciencia en estado de vigilia, lo que significa que experimentan muchas más realidades.”
Esto explica por qué las personas que tienen una Experiencia Cercana a la Muerte tienen a veces gran dificultad para funcionar en su vida diaria posteriormente. Ellas retienen la sensibilidad que les permite sintonizar con diferentes canales simultáneamente, lo que hace que una fiesta-cóctel o un viaje en autobús se conviertan en una experiencia agobiante, ya que toda la información de las personas a su alrededor les llega a través de todos los canales.
Vi a un hombre que me miró de forma amorosa, pero al que yo no conocía. En el lecho de muerte de mi madre, ella me confesó que yo había nacido de una relación extramarital, mi padre era un hombre judío que había sido deportado y asesinado durante la Segunda Guerra mundial, y mi madre me mostró su retrato. El hombre desconocido que yo había visto hacía años durante mi Experiencia Cercana a la Muerte resultó ser mi padre biológico.
Según Van Lommel, las Experiencias Cercanas a la Muerte sólo pueden explicarse si asumes que la consciencia, junto con todas nuestras experiencias y memorias, se localizan fuera del cerebro. Cuando se le pregunta dónde se localiza la consciencia, Van Lommel sólo puede especular. “Sospecho que hay una dimensión en la que se almacena esta información—una clase de consciencia colectiva a la que sintonizamos para acceder a nuestra identidad y nuestras memorias.”
Por medio de este campo colectivo de información, nosotros no sólo estamos conectados a nuestra propia información, sino también a la de los demás, e incluso a la información del pasado y del futuro. “Hay personas que ven el futuro durante una Experiencia Cercana a la Muerte,” dice Van Lommel. “Por ejemplo, había un hombre que vio a su futura familia. Años más tarde, él se encontró en una situación que ya había visto durante su Experiencia Cercana a la Muerte. Sospecho que así es como también funciona el ‘déjà vu’.”
De acuerdo a la investigación de Van Lommel, durante una Experiencia Cercana a la Muerte las personas también pueden ponerse en contacto con los muertos, incluso si no los conocen.
¿Pero cómo hace el cerebro para “saber” con qué información sintonizar? ¿Cómo puede alguien sintonizar con sus propias memorias y no con las de otras personas? La respuesta de Van Lommel es sorprendentemente corta y sencilla: “ADN. Y principalmente el llamado ‘junk ADN,’ [o ‘ADN basura’] que supone alrededor del 95 % del total, cuya función no entendemos.” Él sospecha que el ADN, único para cada persona y cada organismo, funciona como un mecanismo de recepción, una especie de traductor simultáneo entre los campos de información y el organismo.
La idea de que el ADN funciona como un mecanismo receptor para sintonizar a las personas con sus campos específicos de consciencia arroja nueva luz en la discusión de los transplantes de órganos. Imagínese que usted obtiene un nuevo corazón. El ADN de ese corazón se conectará con el campo de consciencia del donante, no del receptor. ¿Significa eso que usted de repente obtiene información diferente? Sí, dice Van Lommel: “hay relatos de personas que desarrollaron deseos y estilos de vida radicalmente diferentes después de un trasplante de órgano. Por ejemplo, hay un relato de una bailarina de ballet que quiso de repente manejar una motocicleta y comer comidas basura”.
Percibí no sólo lo que había hecho, sino incluso de qué manera eso había influido a los demás.
El cliché es verdad: Las personas ven su vida destellar [como un flash] ante ellas en el momento de la muerte. Y las personas adquieren percepciones [o conocimientos. En inglés: gain insight] sobre las consecuencias de sus actos. Ellas quizás se vean a sí mismas como si tuviesen 4 años de edad, quitándole los juguetes a su hermana, y sientan su dolor. Van Lommel comenta, “en esos momentos es como si tuvieses los pensamientos de otra persona dentro de ti mismo. Se te dan percepciones [o conocimientos. Insights] sobre el impacto de tus pensamientos, palabras y actos sobre ti mismo y sobre los demás. De ese modo, parece que cada pensamiento que tenemos es una forma de energía que continúa existiendo siempre.”
La gente que ha experimentado tal “revisión de la vida” dice que no es tanto acerca de lo que haces como de la intención que hay detrás de ello. “Es extremadamente intenso experimentar que todo lo que va, vuelve.” Van Lommel se inclina hacia adelante para asegurarse de que sus palabras se entienden bien. “Nadie evita las consecuencias de sus pensamientos. Eso es muy fuerte [o impactante. En inglés: confrontational]. Algunas personas descubren que hay algo que nunca pueden corregir. Otras regresan e inmediatamente comienzan a llamar a personas para disculparse por algo que hicieron hace 20 años.” (...) [fin del extracto de la traducción]
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Sorprendentemente, Van Lommel continúa en los últimos párrafos de este artículo afirmando -con un notorio exceso respecto a los límites de sus métodos científicos- que no existe un Día del Juicio, pues las experiencias que él reporta han sido todas placenteras.
Más allá de que una sola investigación no puede de ninguna manera pretender abarcar todo el amplísimo campo de las experiencias después de la muerte, notemos que si bien sus investigaciones, sumadas a otras precedentes en el campo científico, tienen el gran valor de señalar la efectiva disociación de lo que se ha solido denominar cerebro-espíritu, no obstante ello, por las propias características de los casos que abarca, es imposible que pretenda explicar qué es lo que les ocurre posteriormente a quienes, finalmente, 'no regresan', es decir, a los que se se van a la tumba irreversiblemente muertos.
Con todo, frente a las experiencias 'positivas' de los casos mostrados por van Lommel, conviene también mencionar algunos otros hallazgos por otros investigadores (2):
La mayor parte de investigadores de la experiencias cercanas a la muerte (ECM) narran que los casos 'desagradables' son bastante raros, alcanzando menos del uno por ciento de los miles que van siendo investigados y de los ocho millones contados por una Encuesta Gallup durante un sondeo al respecto publicado en 1982 (Gallup and Proctor, 1982). Sin embargo, mis experiencias al entrevistar a sobrevivientes de experiencias cercanas a la muerte desde 1978 me han muestrado de manera consistente otra cosa, sugiriendo una abundancia de tal tipo de casos: 105 de los más de 700 que he investigado.
En el año 1990, en Washington, D.C., en la conferencia de la Asociación Internacional de Casos Cercanos a la Muerte (International Association for Near-Death Studies -IANDS), Bruce Greyson, a psiquiatra connotado por su larga dedicación a la investigación de casos cercanos a la muerte, admitió que gente como él no habían estado preguntado lasa preguntas correctas para identificar a aquellos que podrían haber pasado por 'oscuras' o poco placenteras ocurrencias. Confesó: "No quisimos hallarlos porque no queríamos saber". Su comentario subraya el hecho de que, en su mayor parte, los reportes publicados respecto a estudios de ECM han dejado a un lado los informes 'negativos'.
Greyson y Nancy Evans Bush, Presidente de IANDS, recientemente han completado un estudio descriptivo de 50 casos aterradores que han recopilado en los últimos 9 años (Greyson y Bush, 1992). Otros cuyos trabajos han reconocido la existencia de tales experiencias incluyen a la investigadora británica Margot Grey (1985) y el sociólogo Charles Flynn (1986).
El cardiólogo Maurice Rawlings y yo misma, sin embargo, hemos continuado reportando activamente informes de ECM de una naturaleza infernal desde el principio mismo de nuestra participación en este campo.
Beyond Death's Door [Más allá de la Puerta de la Muerte], el primer libro de Rawlings (1978), centró sus observaciones en gente en el proceso de ser resucitados tras una muerte clínica. En él, recoge historia tras historia de personas con ECM que describen escenarios desagradables o amenazantes: ser rodeados por formas grotescas humanas y animales, escuchar a otra gente gemir de dolor, violencia y y tipos demoníacos de tortura. Pensó que debido a que él estaba presente mientras el fenómeno estaba de hecho ocurriendo, era capaz de obtener reportes puros y no reprimidos. Esto le condujo a formular su teoría de que por lo menos la mitad de los casos de ECM empiezan como experiencias infernales y después se convierten en experiencias de tipo celestial a medida que el episodio prosigue, con un individuo promedio capaz de recordar sólo la parte celestial una vez revivido.
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NOTAS
Fuente original del reportaje en el Magazine Ode,en inglés: